La fama de los melones de Villaconejos, conocidos como
de piel de sapo, se remonta a la época de los
romanos y de los árabes. Por el año 1405,
en la exquisita corte de Juan II de Castilla y su valido
Juan de Luna, ya se deleitaban y escribian sobre sus
propiedades y su perfume y dulzura. En la memoria popular
siempre se recuerda los tenderetes de los agricultores
de Villaconejos, que vendían sus melones "a
cata y a prueba", lo que permitía demostrar
la calidad de la fruta al comprador.
La
calidad de este tipo de melones viene determinada por
la forma de cultivo y por el acierto en la "corta",
momento de recolección del mismo. Los melones
de Villaconejos se siembran un poco más tarde
que lo que se hace habitualmente en otras regiones,
por el mes de mayo.
Esto
es debido a las condiciones climáticas de la
zona, que obligan un retraso para evitar las heladas,
y a una estrategia comercial: aparecen en el mercado
durante el mes de agosto, cuando otras zonas ya han
acabado su producción. Actualmente, se está
tramitando la denominación de origen, que reconocerá
el prestigio de su procedencia.
Esta
refrescante fruta debe comerse fresca, nunca helada,
ya que si no perdería todas sus propiedades aromáticas
y la textura de sus sabores.
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